Entradas

El más afortunado del mundo.

A Paulina, que me ha mostrado quién soy. Cuando uno ama el cuerpo se vuelve más fuerte. Las defensas se robustecen y el sistema nervioso parece sosegarse. El calor no quema tanto y el frío deja de resecar la piel. Uno puede salir y mojarse con la lluvia y luego tumbarse en el pasto a secarse con el sol y no resfriarse. Cuando uno ama no existen los límites ni la prudencia. De hecho, la prudencia es lo primero que se pierde. Te vuelves temerario, sin conciencia del peligro que hay allá afuera. Cuando uno ama no existe el miedo a la muerte. Se pone la vida del otro por encima de todo. El instinto de supervivencia ahora es compartido. No importan las caídas, los empujones, los tropiezos. No importan los raspones ni las torceduras de tobillo. No importa si todo eso es necesario para que ella esté un tantito mejor de como lo estaba antes. No importan las casetas ni los pasajes. Nunca es muy tarde para regresar a casa, ni muy temprano para comenzar a extrañarle. No hay excusas, ni ve...

Apareces.

Hay veces en que me cuesta bastante encontrarte. No entiendo dónde te refugias de tanta bruma, de tanta agitación. ¿Siempre fue así? Estoy casi seguro de que no. Mirarte en fotografías es como si me pusiera frente a alguien distinto, alguien que supuestamente me habitó y definió mis cimientos. Dejarte a un lado ha sido el mayor de mis errores. Cuando fuiste tú el que lo inició absolutamente todo.  La rutina arrebató de golpe toda posibilidad de encontrarnos, y me ha correspondido a mi hacer que ese encuentro llegue. Entendí que al final no eramos dos partes de la misma cosa. Ni siquiera dos momentos. Resultamos ser un flujo constante de emoción y dudas y entusiasmo y asombro y sorpresa y amor que aparece en el momento indicado.  He tenido que aprender a cultivar el jardín que creaste. He marchitado, quebrado, ahogado plantas que no supe mantener. Y también me he visto obligado a cortar de raíz algunas otras. Semillas que sembraste porque necesitabas de ellas; aquello que algun...

Piso 15.

  Para Pau, que me acompaña a más lugares de los que cree. Cerca de cien metros me separan del suelo. Frente a paneles de cristal que enmarcan la mejor vista del edificio, dedico mis exhalaciones a contemplar los volcanes. El Popo y el Izta custodian, lejanos pero constantes, mis anhelos. Los miran escurrir por las vigas que me sostienen. Ante mi se desdobla el sureste del país, entre brumas, majestuoso sólo para quien se detiene a mirar más allá de los cristales de los edificios vecinos.     Hacia abajo, se observa una alfombra policromática de árboles que adornan la avenida principal de la ciudad. Como si protegieran a los amorosos que deambulan de la mano bajo su sombra. Son los árboles que nos han protegido a nosotros. Los que resguardan nuestros secretos más celosos, los más íntimos. Los secretos que nacen de los momentos en que me miras sin palabras de por medio. De reojo, muy por encima de tu párpado. Pronunciando la sentencia más bella, la de amarte por el resto d...

Boloncho.

Para Paulina. Por las tardes en que me siento triste, cuando he perdido la esperanza de lograrlo, o incluso cuando he tenido un gran día, vengo a la nevería de siempre, la de la esquina, la que descubrimos juntos.      Primero, me acerco al mostrador y busco con la mirada al señor que siempre nos atiende. Ya me reconoce y le caigo bien, aunque me da vergüenza confesarle que no recuerdo su nombre. Tú y yo, en secreto, le decimos Don Boloncho.      Él me pregunta cómo estoy, si ya salí de trabajar o si solo voy de paso, pero mi parte favorita es cuando me pregunta por ti. Y yo me contengo, sé que si empiezo a hablar de ti la noche podría encontrarme y yo apenas iría por la mitad.      Luego, le pido lo mismo: un capuchino sin azúcar. No importa el calor o el bochorno, la temperatura adentro siempre es perfecta. Cuando entro, examino las mesas, reparo en cuáles están ocupadas y cuáles vacías, pero siempre elijo una en especial.     ...

Silvestre.

Lo primero que sintió cuando abrió los ojos fue la almohada empapada bajo su cabeza. Su garganta estaba inflamada y cuando intentó tragar saliva, sintió una fuerte punzada. Movió los dedos de las manos y los pies y, al asegurarse de que no se encontraba en una parálisis de sueño o a la mitad de algún desdoblamiento astral, se atrevió a cerrar los puños. Pasados diez segundos, al fin hizo acopio del valor necesario para sentarse en la orilla en la cama, con una constante sensación de que su corazón saldría disparado de su pecho.              Fijó su mirada en uno de los puntos donde dos azulejos del piso se juntaban y pudo identificar a una pequeña araña atravesando esa unión como si fuera un camino de tierra. Aún respiraba con dificultad y se llevó la mano derecha al pecho palpando su playera que escurría sudor frío. Cuando logró apaciguar su pulso buscó con el pie las sandalias debajo de la cama y sin ponérselas totalmente, se levantó.  ...

Desfasado.

  En un suelo que se derrumba, en donde el equilibrio se pierde y la certeza se vuelve duda, donde uno vive pagando el pasado que no vivió con un presente que hemos de pagar con lo que vivamos mañana, yo sólo quiero una pincelada de calma.  Para ustedes.      Cuando lo coloco todo en la balanza de la plenitud, el contrapeso se torna turbio. Mientras mi pasado hoy se ve brillante, alegre, ruidoso, alebrestado, y el futuro promete estar repleto de experiencias que excedan todas esas gratas emociones, cuando miro mi presente, se muestra desolado, lejano, abandonado, solo, rutinario, repetitivo, agobiante, triste. He ahí el cesgo, la ilusión. Nostalgia, creo que le llaman.      Por supuesto que preferiría vivir las risas que me dejó el mes de abril en comparación con la taquicardia que hoy me visita, y la única manera plausible que encuentro para lograrlo ha sido reproducir una cinta inagotable de recuerdos prefabricados, maquillados e iluminados arti...

Velas encendidas.

  Para todas las personas que decidieron caminar junto a mí  aunque sea un ratito  de los últimos cinco años.  Hola.  Si estás leyendo esto, entonces sabes que ha terminado nuestro viaje. Si estás leyendo esto sabes que la culminación que tan lejos se miraba, hoy nos encontró.  Mi mamá siempre ha dicho que cuando no sepa por dónde empezar, lo haga por el inicio. Pero siendo sincero, no logro distinguirlo. No logro vislumbrar el momento exacto en que el sol de cinco primaveras curtió mi piel. No logro sostener el tiempo en mis manos porque cada que intento sujetarlo, se convierte en arena y escapa por las comisuras de mis dedos. No quiero que se vaya. Al menos no así. Quisiera a ratos que no hubiera más historia, que aquí se cerara el telón y ya. ¡Fin! .Vivir en los recuerdos, vivir en los abrazos. Cuántas vidas, cuántos universos. Cuántas almas luchando todos los días por descubrir cómo sobrevivir en la duda, en la incertidumbre, en el entusiasmo y la ilusi...