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Mostrando entradas de diciembre, 2024

Boloncho.

Para Paulina. Por las tardes en que me siento triste, cuando he perdido la esperanza de lograrlo, o incluso cuando he tenido un gran día, vengo a la nevería de siempre, la de la esquina, la que descubrimos juntos.      Primero, me acerco al mostrador y busco con la mirada al señor que siempre nos atiende. Ya me reconoce y le caigo bien, aunque me da vergüenza confesarle que no recuerdo su nombre. Tú y yo, en secreto, le decimos Don Boloncho.      Él me pregunta cómo estoy, si ya salí de trabajar o si solo voy de paso, pero mi parte favorita es cuando me pregunta por ti. Y yo me contengo, sé que si empiezo a hablar de ti la noche podría encontrarme y yo apenas iría por la mitad.      Luego, le pido lo mismo: un capuchino sin azúcar. No importa el calor o el bochorno, la temperatura adentro siempre es perfecta. Cuando entro, examino las mesas, reparo en cuáles están ocupadas y cuáles vacías, pero siempre elijo una en especial.     ...